viernes, 24 de julio de 2009

Jorge Manrique


Nació Jorge Manrique en 1440 y murió en Cuenca en 1479. Su poema "Coplas a la muerte de mi padre", es considerado como uno de los clásicos de la literatura española de todas las épocas.

Sus biógrafos no se han puesto de acuerdo sobre si nació en Palencia o en Jaén; fue hijo del estanciero Rodrigo Manrique y de doña Mencía de Figueroa, sobrino de Diego Gómez Manrique y sobrino nieto del Marqués de Santillana.

Durante su juventud participó en la lucha contra los musulmanes y en las intrigas para llevar al trono a los reyes católicos Isabel y Fernando, enfrentando a las tropas de Juana la Beltraneja.

Fue huérfano de madre desde su niñez, y su padre, que era uno de los hombres más poderosos de la época, falleció víctima de un cáncer que le desfiguró el rostro el año 1476.

Estudió Humanidades y Milicia. Su tío Gómez Manrique fue también poeta y dramaturgo. En 1470 caso con doña Guiomar, que era hermana de la segunda esposa de Rodrigo Manrique su padre.

En 1479 fue herido de muerte durante un combate contra los opositores a la ascención al trono de los reyes católicos y a consecuencia de las heridas murió días después, aunque algunos cronitas como Hernando del Pulgar afirman que falleció durante la batalla.

Su obra poética no fue extensa, ya que se conservan alrededor de 40 trabajos, de estilos amoroso, satírico y doctrinal y se les cataloga dentro de la poesía cancioneril, con influencia provenzal. Su obra cumbre son las "Coplas por la muerte de su padre", del que Lope de Vega afirmó que merecía ser escrito en letras de oro.
Como ejemplo de su poética incluimos su obra cumbre:


Coplas a la muerte de su padre


Recuerde el alma dormida,

avive el seso y despierte,

contemplando

cómo se passa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando;

cuán presto se va el plazer,

cómo después, de acordado,

da dolor;

cómo, a nuestro parescer,

cualquiera tiempo passado

fue mejor.


Y pues vemos lo presente

cómo en un punto s'es ido

y acabado,

si juzgamos sabiamente,

daremos lo no venido

por passado.

No se engañe nadie, no,

pensando que ha de durar

lo que espera,

más que duró lo que vio,

porque todo ha de passar

por tal manera.


Nuestras vidas son los ríos

que van a dar en la mar

que es el morir;

allí van los señoríos

derechos a se acabar

y consumir;

allí los ríos caudales,

allí los otros, medianos

y más chicos,

i llegados son iguales

los que viven por sus manos

y los ricos.


Dexo las invocaciones

de los famosos poetas

y oradores;

no curo de sus ficciones,

que traen yerbas secretas

sus sabores.

A Aquél solo me encomiendo,

Aquél solo invoco yo,

de verdad,

que en este mundo viviendo

el mundo no conosció

su deidad.


Este mundo es el camino

para el otro, que es morada

sin pesar;

mas cumple tener buen tino

para andar esta jornada

sin errar.

Partimos cuando nascemos,

andamos mientra vivimos,

y llegamos

al tiempo que fenescemos;

assí que, cuando morimos,

descansamos.


Este mundo bueno fue

si bien usáremos dél

como debemos,

porque, según nuestra fe,

es para ganar aquél

que atendemos.

Y aun el hijo de Dios,

para sobirnos al cielo,

descendió

a nascer acá entre nos

y vivir en este suelo

do murió.


Ved de cuán poco valor

son las cosas tras que andamos

y corremos,

que, en este mundo traidor,

aun primero que muramos,

las perdemos:

dellas deshaze la edad,

dellas casos desastrados

que acaescen,

dellas, por su calidad,

en los más altos estados

desfallescen.


Dezidme, la hermosura,

la gentil frescura y tez

de la cara,

la color y la blancura

cuando viene la vejez,

¿cuál se para?

Las mañas y ligereza

y la fuerça corporal

de juventud,

todo se torna graveza

cuando llega al arrabal

de senectud.


Pues la sangre de los godos,

el linaje y la nobleza

tan crescida,

¡por cuántas vías y modos

se sume su gran alteza

en esta vida!:

Unos, por poco valer,

por cuan baxos y abatidos

que los tienen;

otros que, por no tener,

con oficios no debidos

se mantienen.


Los estados y riqueza

que nos dexan a deshora

¿quién lo duda?

No les pidamos firmeza,

pues que son de una señora

que se muda;

que bienes son de Fortuna

que revuelve con su rueda

presurosa,

la cual no puede ser una,

ni estar estable ni queda

en una cosa.


Pero digo que acompañen

y lleguen hasta la huesa

con su dueño:

por esso no nos engañen,

pues se va la vida apriessa

como sueño.

Y los deleites de acá

son, en que nos deleitamos,

temporales,

y los tormentos de allá,

que por ellos esperamos,

eternales.


Los plazeres y dulçores

desta vida trabajada

que tenemos,

¿qué son sino corredores

y la muerte, la celada

en que caemos?

No mirando a nuestro daño,

corremos a rienda suelta

sin parar;

desque vemos el engaño

y queremos dar la vuelta,

no hay lugar.


Si fuesse en nuestro poder

tornar la cara fermosa

corporal,

como podemos hazer

el ánima gloriosa

angelical,

¡qué diligencia tan viva

toviéramos toda hora,

y tan presta,

en componer la cativa,

dexándonos la señora

descompuesta!


Essos reyes poderosos

que vemos por escrituras

ya passadas,

con casos tristes, llorosos,

fueron sus buenas venturas

trastornadas.

Assí que no hay cosa fuerte,

que a papas y emperadores

y perlados,

assí los trata la muerte

como a los pobres pastores

de ganados.


Dexemos a los troyanos,

que sus males no los vimos

ni sus glorias;

dexemos a los romanos,

aunque oímos y leimos

sus historias.

No curemos de saber

lo de aquel siglo passado

qué fue d'ello;

vengamos a lo de ayer,

que también es olvidado

como aquello.


¿Qué se hizo el rey don Juan?

¿Los Infantes de Aragón,

qué se hizieron?

¿Qué fue de tanto galán?

¿Qué fue de tanta invención

como truxieron?

Las justas y los torneos,

paramentos, bordaduras

y cimeras,

¿fueron sino devaneos?,

¿que fueron sino verduras

de las eras?


¿Qué se hizieron las damas,

sus tocados, sus vestidos,

sus olores?

¿Qué se hizieron las llamas

de los fuegos encendidos

de amadores?

¿Qué se hizo aquel trovar,

las músicas acordadas

que tañían?

¿Qué se hizo aquel dançar,

aquellas ropas chapadas

que traían?


Pues el otro, su heredero,

don Enrique, !qué poderes

alcançaba!,

¡cuán blando, cuán halaguero

el mundo con sus plazeres

se le daba!

Mas veréis, ¡cuán enemigo,

cuán contrario, cuán cruel

se le mostró!;

habiéndole sido amigo,

¡cuán poco duró con éllo que le dio!


Las dádivas desmedidas,

los edificios reales

llenos de oro,

las vaxillas tan febridas,

los enriques y reales

del tesoro,

los jaezes y caballos

de su gente, y atavíos

tan sobrados,

¿dónde iremos a buscallos?;

¿qué fueron, sino rocíos

de los prados?


Pues su hermano, el inocente

que, en su vida, sucessor

se llamó,

¡qué corte tan excelente

tuvo y cuánto gran señor

que le siguió!

Mas, como fuesse mortal,

metióle la muerte luego

en su fragua.

¡Oh, juïzio divinal!,

cuando más ardía el fuego

echaste agua.


Pues aquel gran Condestable,

maestre que conoscimos

tan privado,

no cumple que dél se hable,

sino solo que lo vimos

degollado.

Sus infinitos tesoros,

sus villas y sus lugares,

su mandar,

¿qué le fueron sino lloros?,

¿fuéronle sino pesares

al dexar?


Pues los otros dos hermanos,

maestres tan prosperados

como reyes,

que a los grandes y medianos

truxeron tan sojuzgados

a sus leyes;

aquella prosperidad

que tan alto fue subida

y ensalzada,

¿qué fue sino claridad

que, estando más encendida,

fue amatada?


Tantos duques excelentes,

tantos marqueses y condes,

y barones

como vimos tan potentes,

di, Muerte, ¿dó los escondes

y traspones?

Y las sus claras hazañas

que hizieron en las guerras

y en las pazes,

cuando tú, cruda, te ensañas,

con tu fuerça las atierras

y deshazes.


Las huestes innumerables,

los pendones y estandartes

y banderas,

los castillos impugnables,

los muros y baluartes

y barreras,

la cava honda, chapada,

o cualquier otro reparo

¿qué aprovecha?

Que si tú vienes airada,

todo lo passas de claro

con tu flecha.


Aquel, de buenos abrigo,

amado por virtuoso

de la gente,

el maestre don Rodrigo

Manrique, tan famoso

y tan valiente;

sus grandes hechos y claros

no cumple que los alabe,

pues los vieron,

ni los quiero hazer caros,

pues el mundo todo sabe

cuales fueron.


¡Qué amigo de sus amigos!

¡Qué señor para criados

y parientes!

¡Qué enemigo de enemigos!

¡Qué maestro de esforçados

y valientes!

¡Qué seso para discretos!

¡Qué gracia para donosos!

¡Qué razón!

¡Qué benigno a los sujetos,

y a los bravos y dañosos,

un león!


En ventura, Octavïano;

Julio César, en vencer

y batallar;

en la virtud, Africano;

Aníbal, en el saber

y trabajar;

en la bondad, un Trajano;

Tito, en liberalidad

con alegría;

en su braço, Aurelïano;

Marco Atilio, en la verdad

que prometía.


Antonio Pío, en clemencia;

Marco Aurelio, en igualdad

del semblante;

Adrïano, en elocuencia;

Teodosio, en humanidad

y buen talante;

Aurelio Alexandre fue

en disciplina y rigor

de la guerra;

un Costantino, en la fe;

Camilo, en el gran amor

de su tierra.


No dexó grandes tesoros,

ni alcançó grandes riquezas

ni vaxillas,

mas hizo guerra a los moros

ganando sus fortalezas

y sus villas.

Y en las lides que venció,

muchos moros y caballos

se perdieron,

y en este oficio ganó

las rentas y los vasallos

que le dieron.


Pues por su honra y estado,

en otros tiempos passados,

¿cómo se hubo?:

Quedando desamparado,

con hermanos y criados

se sostuvo.

Después que hechos famosos

hizo en esta dicha guerra

que hazía,

hizo tratos tan honrosos

que le dieron aun más tierra

que tenía.


Estas sus viejas estorias

que con su braço pintó

en la joventud,

con otras nuevas victorias

agora las renovó

en la senectud.

Por su gran habilidad,

por méritos y ancianía

bien gastada,

alcançó la dignidad

de la gran caballería

de la Espada.


Y sus villas y sus tierras,

ocupadas de tiranos

las halló,

mas por cercos y por guerras,

y por fuerça de sus manos

las cobró.

Pues nuestro Rey natural,

si de las obras que obró

fue servido,

dígalo el de Portugal,

y en Castilla quien siguió

su partido.


Después de puesta la vida

tantas vezes por su ley

al tablero,

después de tan bien servida

la corona de su Rey

verdadero,

después de tanta hazaña

a que no puede bastar

cuenta cierta,

en la su villa de Ocaña

vino la Muerte a llamar

a su puerta.


Diziendo: "Buen caballero,

dexad el mundo engañoso

y su halago,

vuestro coraçón de azero

muestre su esfuerço famoso

en este trago;

y pues de vida y salud

hezistes tan poca cuenta

por la fama,

esforçad vuestra virtud

para sofrir esta afruenta

que os llama.


"No se os haga tan amarga

la batalla temerosa

que esperáis,

pues otra vida más larga

de fama tan glorïosa

acá dexáis.

Aunque esta vida de honor

tampoco no es eternal

ni verdadera,

mas con todo es muy mejor

que la otra temporal,

perescedera.


"EI vivir que es perdurable

no se gana con estados

mundanales,

ni con vida deleitable

en que moran los pecados

infernales.

Mas los buenos religiosos

gánanlo con oraciones

y con lloros;

los caballeros famosos,

con trabajos y aflicciones

contra moros.


"Y pues vos, claro varón,

tanta sangre derramastes

de paganos,

esperad el galardón

que en este mundo ganastes

por las manos;

y con esta confiança,

y con la fe tan entera

que tenéis,

partid con buena esperança,

que esta otra vida tercera

ganaréis".


Responde el Maestre
"No gastemos tiempo ya

en esta vida mezquina

por tal modo,

que mi voluntad está

conforme con la divina

para todo;

y consiento en mi morir

con voluntad plazentera,

clara y pura,

que querer hombre vivir,

cuando Dios quiere que muera,

es locura."


Oración
"Tu, que por nuestra maldad

tomaste forma servil

y baxo nombre;

Tú, que a tu divinidad

juntaste cosa tan vil

como el hombre;

Tú, que tan grandes tormentos

sufriste sin resistencia

en tu persona;

no por mis merescimientos,

mas por tu sola clemencia,

me perdona."


Cabo
Así, con tal entender,

todos sentidos humanos

conservados,

cercado de su mujer,

y de hijos, y hermanos,

y criados,

dio el alma a quien gela dio,

ei cual la ponga en el cielo

en su gloria.

Y aunque la vida murió,

nos dexó harto consuelo

su memoria.

Diego Gómez Manrique de Lara


Uno de los poetas más reconocidos del renacimiento. fue sobrino de don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana y tío del famoso poeta Jorge Manrique, autor de las "Coplas a la muerte de mi padre", fue también antecedente familiar de Garcilaso de la Vega. A la edad de 13 años acompañó al Marqués de Santillana durante el sitio a la fortaleza de Huescar. Enfrentó al condestable don Álvaro de Luna derrotandolo en la batalla de Olmedo (1445). Fue leal al infante don Alfonso contra Enrique IV y a la reina Isabel la Católica desde antes de que accediera al trono y participó como mediador en las bodas de la Reina Isabel con Fernando de Aragón. Los reyes católicos lo nombraron Corregidor de Toledo, puesto que obstentó hasta su muerte acaecida en noviembre de 1490.

Gómez Manrique cultivo además de la poesía el drama. Varios de sus poemas se incluyeron en "El cancionero general" de Hernando del Castillo. Para ejemplo de su arte incluimos el poema


SENTIMIENTO DE PARTIDA


Yo parto de vos, doncella,

fuera de mi libertad;

yo parto con gran querella

de vuestra pura bondad.


yo parto con gran tormento

por esta triste partida,

e llevo tal pensamiento

que fará corta mi vida.


Yo parto con gran dolor

por ir de vos apartado:

yo parto muy amador

de vos, que voy desamado.


Yo parto en vuestra cadena

de que no cuido salir,

e llevo tan cruda pena,

que no vos la sé decir.


Yo parto mucho contento

de vuestra gentil figura;

yo parto bien descontento

de vuestra poca mesura.


Yo parto, mas non se parte

siempre de vos mi pensar;

e lievo la mayor parte

de dolor y de pesar.


Yo parto porque me alejo

el más triste que me vi;

yo parto, mas con vos dejo

la mayor parte de mí.


Yo parto triste porque

vuestro mirar me robó,

e lievo por buena fe

gran quexa de vuestro no.


Yo parto porque me aparta

la mi no buena fortuna;

yo parto con pena farta

sin esperanza ninguna.


yo me parto de miravos

con dolor muy dolorido,

e lievo de bien amarvos

prosupuesto no fingido.


FIN

No quiero más enojarvos,

mas por merced yo vos pido

que vos plaga recordarvos

de cuén triste me despido.

Hernando del Pulgar


Nacido hacia 1436, en la población de Pulgar, cerca de Toledo; Hernando del Pulgar fue un historiador y humanista, que llegó a ser consejoro real en la Corte de Isabel la Católica.

Fue educado en la corte de Juan II de Castilla y Enrique IV lo nombro secretario. Fue embajador de Roma en 1473 y en Francia de 1474 a 1475. En 1482 los reyes católicos lo nombraron cronista real, pero fue degradado por órdenes del inquisidor Tomas de Torquemada, por diferencias y criticas que hizo al arzobispo de Toledo.

En 1485 se publicaron sus "Letras", que consiste en 32 cartas a personajes de la época, y que son un ejemplo de la prosa humanistica del renacimiento. Sus doss obras principales son: el "Libro de los claros varones de Castilla" (1486), y "Chronica de los muy altos y esclarecidos Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel" (1545).

Fernán Pérez de Guzmán


Señor del feudo de Batres, fue sobrino del canciller Pedro López de Ayala y tío de don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana. Embajador en Aragón en tiempo de Enrique III y muy amigo del obispo de Burgos, el gran humanista hispanojudío Alfonso de Cartagena, de quien adquirió el interés por la filosofía. A la edad de 56 años, después de salir de la prisión, se retiró de la politica y la milicia y se dedicó al estudio de la literatura hasta su muerte que se cree ocurrió a los 82 años de edad. Se le considera uno de los primeros prosistas de la Lengua Castellana. Su obra maestra es "Generaciones y semblanzas", una colección de 35 retratos literarios de cortesanos importantes de sus tiempos. También escribió poesía y se le encuadra en la lírica cancioneril y entre sus principales poemas destacan "Coplas a la muerte del Obispo de Burgos" y "Decir a Leonor de los Paños, decir que fizo a su amiga".
A ejemplo de la prosa de Pérez de Guzman, tomamos el retrato de don Pablo de Santa María, tomado de "Generaciones y semblanzas" 1450:
DON PABLO DE SANTA MARÍA
Don Pablo, obispo de Burgos, fue un grant sabio e valiente onbre en ciencia. Fue natural de Burgos e fue ebreo, de grant linaje de aquella nacion. Fue conbertido por la gracia de Dios e por conoscimiento que ouo de la uerdat, que fue grant letrado en amas las leyes. Antes de su conuersion era grande filosofo e teologo, e desque fue conuertido, continuando el estudio estando en la corte del papa en Aviñon, fue avido por grande pedricador. Fue primero arcidiano de Treviño, e despues obispo de Cartaiena, a la fin, obispo de Burgos, e, despues, chanciller mayor de Castilla
Ouo muy grande lugar con el rey don Enrique el tercero e fue muy acebto a el; e, sin dubda, era muy grande razon que de todo rey o principe discreto fuese amado, ca era onbre de grant conseio e de grant discricion e de grant secreto, que son virtudes e gracias que fazen al onbre digno de la priuança de cualquier discreto rey. Cuando el dicho rey murio, dexolo por uno de sus testamentarios. E despues ouo grande lugar con el papa Benedicto XIII.
Fue muy grande pedricador. Fizo algunas escrituras muy prouechosas de nuestra fe, de las cuales fue una las Adiçiones sobre Niculao de Lira, e un tratado De çena Domini, e otro De la generacion de Ihesu Christo, e un grant volumen que se llama Escrutinio de las Escrituras, en el cual, por fuertes e biuas razones, prueua ser venido el Mexia, e Aquel ser Dios e Ome.
En este lugar acorde de enxerir algunas razones contra la opinion de algunos que, sin distincion e diferencia, absoluta e sueltamente condenan o afean en grande estremo esta nacion de los christianos nueuos en nuestro tienpo conbertidos, afirmando non ser christianos nin fue buena nin util su [conbersion]. E yo, fablando con reuerencia de los que asi determinadamente e sin ciertos limites e condiciones lo dizen, digo que non dubdo que una gente que toda su generacion biuio en aquella ley, e ellos nacieron e se criaron en ella e, mayormente, los que en ella enbegecieron e fueron por fuerça, sin otras amonestaciones e exortaciones, traydos a nueua ley, que non sean asi fieles e catolicos christianos como los que en ella nacieron e fueron enseñados e informados por dotores e escrituras. Ca aun los dicipulos de nuestro Señor, que oyeron sus santos sermones e, lo que es mas, vieron sus grandes miraglos e maravillosas obras, e, con todo eso, a la pasion, lo desanpararon e dubdaron de su resuricion con mengua de la fe, fasta que por el Espiritu Santo fueron confirmados en la fee. E aun despues, por hordenança de los apostoles, a los que de nueuo se conviertian dexauan usar algunas cirimonias de la ley vieja, fasta que, poco a poco, se afirma en la fe. Por todas razones non me maravillaria que aya algunos, especialmente mugeres e omes groseros e torpes, que non son sabios en la ley, que non sean catolicos christianos; ca el sabidor o letrado mas [ligero] es traer al conocimiento de la verdad que el inorante, que solo cree la fe porque la heredo de su padre mas non porque della aya otra razon. Pero yo esto non lo creo de todos ansi generalmente, antes creo auer algunas deuotas e buenas presonas entre ellos, a mueuenme a ello las razones siguientes: la primera, que de tanta virtud creo ser la santa agua del bautismo, que non sin algunt fruto seria en tantos esparzida e derramada; la segunda, que yo he conoscido e conosco dellos algunos buenos religiosos que pasan en las religiones aspera e fuerte vida de su propia voluntad; la terçera, que he visto algunos, ansy en hedificios de monesterios como en reformación de algunas [hordenes] que en algunos monesterios estauan corrutas e disulutas, trabaJar e gastar asaz de lo suyo, e vi otros, ansi como este obispo o el onorable su fijo don Alfonso, obispo de Burgos, que fizieron algunas escrituras de grande utilidad a nuestra fe. E si algunos dizen que ellos fazen estas obras por temor de los reyes e de los perlados o por ser mas graciosos en los oios de los principes e perlados e valer mas con ellos, respondoles que por pecados non es oy tanto el rigor e zelo de la ley nin de la fe por que con este temor nin con esta esperança lo deuan fazer, ca con dones e presentes se ganan oy los coraçones de los reyes e perlados mas non con virtudes e deuociones, nin es tan reguroso el zelo de la fe por que con temor del se dexe de fazer mal e se faga bien. Por ende, a mi ver, no ansi precisa e absolutamente se deue condenar toda una nacion, e non negando que las plantas nueuas e enxertos tyernos han menester mucha lauor e gran diligencia; e aun digo mas, que los fijos de los primeros conuertidos deurian ser apartados de los padres, porque en los coraçones de los niños grant inpresion fazen los preçetos e conseios de los padres. E aunque ansi fuese como ellos por larga manera lo quieren afirmar, yo digo que todavia su conversion fue util e prouechosa, ca el apostol sant Pablo dize: "En esto me alegrare que el nonbre de Ihesu Christo sea loado con verdad o con infinta". Asimismo, puesto que los primeros non sean tan buenos cristianos, pero a la segunda e terçera generacion, e todavia más adelante, seran catolicos e firmes en la fe. E para en prueua desto, en las coronicas de Castilla se lee que cuando los moros ganaron la tierra, por pecados del rey Rodrigo e traycion del conde Julian, muchos de los christianos fueron tornados a la seta de los moros, cuyos fijos e nietos e deçendientes nos defendieron e defienden la tierra e son asaz contrarios a nuestra ley, ca tanto quedo España poblada dellos como de moros. Yo vi en este nuestro tienpo, cuando el rey don Iohan el segundo fizo guerra a los moros, que, por diuision que auian los moros con su rey Esquierdo, se pasaron aca muchos caualleros moros e, con ellos, muchos elches, los cuales, aunque auian asaz libertad para lo fazer, nunca uno se torno a nuestra fe porque estauan ya afirmados e asentados desde niños en aquel error, e aun algunos dellos que aca murieron ansi estauan ya endurecidos en aquella mala aventurada seta e presos de aquel error, que aun en el articulo de la muerte, cuando ya non esperauan goçar de aquellas carnales deleytaciones, nin auian temor de los moros estando en tierra de christianos, murieron en su mala e porfiada seta. Pues ¿por que yo non pensare de algunos de los conversos lo que vi de todos aquellos? E ansi, a mi ver, en todas aquestas cosas son de dexar los estremos e tener modos e limites en los juycios; o si de algunos saben que non guardan la ley, acusenlos ante los perlados en manera que la pena sea a ellos castigo e a otros enxenplo: mas condenar a todos e non acusar a ninguno, mas pareçe voluntad de dizir mal que zelo de [correction].
Tornando al proposito, morio este obispo don Pablo en edad de ochenta e cinco años, e dexo dos fijos, grandes letrados: don Alfonso de Burgos e don Gonçalo, obispo de Plazencia.

martes, 21 de julio de 2009

Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana



Nació don Íñigo López de Mendoza el 19 de agosto de 1398, siendo hijo del almirante Diego Hurtado de Mendoza y de doña Leonor de la Vega. A la muerte de su padre y de su hermano mayor, heredó los derechos de mayorazgo del señorío de los Mendoza. Siendo muy joven se casó con doña Catalina de Figueroa, lucho contra los moros y formó parte de intrigas cortesanas durante el reinado de don Juan II. Fue enemigo acérrimo de don Álvaro de Luna.
El Marqués de Santillana es autor de una importante y voluminosa obra literaria, desde piezas que pueden considerarse juglarescas como las “serrillanas”, los “decires líricos”, las “canciones” y sus “preguntas y respuestas”.
Entre sus obras más destacadas se encuentran los “Sonetos fechos al itálico modo”, los “decires narrativos” y sus poemas mayores de los que sobresalen la “Comediata de Ponza”, “Bías contra fortuna” y el “Doctrinal de privados”.
Respecto de su obra en prosa, destacan el “Proemio e carta al condestable de Portugal” y el “Prólogo a la Comediata de Ponza”, donde demuestra un manejo muy avanzado de las formas trágica, cómica y satírica.
El Marqués de Santillana muere el 25 de marzo de 1458 a la edad de 60 años.
A ejemplo de su arte, transcribimos la Primera serrillana:

Serranilla I

Serranilla de Moncayo,
Dios vos dé buen año entero,
ca de muy torpe lacayo
faríades cavallero.

Ya se pasava el verano,
al tiempo que onbre se apaña
con la ropa á la tajaña,
encima de Oxmediano
ví serrana sin argayo
andar al pie del otero,
más clara que sale en Mayo,
ell alva, nin su luzero.

Díxele: "Dios nos mantenga,
serrana de buen donayre."
Respondió como en desgayre:
¡Ay!, que en hora buena venga
aquel que para Sanct Payo
desta yrá mi prisionero."

E vino a mí como un rayo
diziendo: "Preso, montero."
Díxele: "Non me matedes,
serrana, sin ser oído,
ca yo non soy del partido,
desos por quien vos lo avedes.

Aunque me vedes tal sayo
en Agreda soy frontero,
e non me llaman Pelayo,
magüer me vedes señero."

Desque oyó lo que dezía,
dixo: "Perdonad, amigo,
mas folgad ora comigo,
e dexad la montería.

A este çurrón que trayo
quered ser mi parcionero,
pues me fallesçió Mingayo
que era comigo ovejero.

Entre Torellas y el Fayo
pasaremos el Febrero."
Díxele: "De tal ensayo,
serrana, soy placentero."

Pedro López de Ayala


Nacido en Vitoria, España en 1332 de una importante familia, ya que fue sobrino nieto del cardenal Barroso. Pedro (o Pero) López de Ayala recibió una educación basta, tanto eclesiástica como militar y cortesana. En su juventud sirvió en la Corte del rey don Pedro, aunque más tarde formó parte del partido de don Enrique de Trastámara, su opositor. El año 1369 fue hecho prisionero por los ingleses, durante la batalla de Nájera. Dos años después, con el triunfo definitivo del rey don Enrique, inició una carrera en la Corte como embajador; primero en el Reino de Aragón y más tarde en Francia ante Carlos VI. Durante el reinado del rey don Juan I, participó en la invasión de Portugal y durante la batalla de Aljubarrota en 1385 fue hecho nuevamente prisionero, y tuvo que pasar dos años en tierras portuguesas. En 1390, a la muerte del rey don Juan I, fue nombrado al consejo de la regencia y para 1398 fue designado por el rey, Canciller Mayor de Castilla.
Pedro López de Ayala fue poeta, historiador y traductor. Escribió cuatro “Crónicas” sobre la vida de los reyes Pedro, Enrique II, Juan I y Enrique III, en las que narra los acontecimientos desde el punto de vista como le tocó vivirlos.
Tradujo las “Décadas” de Tito Livio y “Los casos y caídas a acaescimientos muy contrarios que ovieron muy nobles omnes” traducción del “De casibus virorum ilustrium” de Boccacio. También tradujo varias obras dedicadas al personaje bíblico Job.
En poesía fue autor del gran poema “El libro Rimado del Palacio”, que contiene más de 8000 versos, cuya segunda parte es una versión en “cuaderna vía” que contiene sátiras de la vida cortesana y consejos para el gobierno del reino. También incluye versos dedicados a la Virgen y confesiones rituales. La forma dominante es la cuaderna vía, es decir cuartetas monorítmicas de catorce sílabas, aunque también se encuentran incluidas algunas poesías de tipo místico en versos cortos.
Como ejemplo del trabajo literario de Pedro López de Ayala tomamos el poema “Aquí fabla de la justicia”:


Aquí fabla de la justicia

La justicia, que es virtud atan noble e loada,

que castiga a los malos e la tierra ha poblada,

deven la guardar los reyes e ya la han olvidada

seyendo piedra preciosa de la su corona onrada.


Al rey que justicia amare, Dios siempre le ayudará,

e la silla de su regno con Él firme estará;

en el cielo comenzó e por sienpre durará:

desto el Señor cada día muchos enxienplos nos da.


Esta trae la unidat e verdat acompañada,

resplandece, como estrella en la tierra do es guardada;

el rey que la toviere ceñirá muy noble espada,

mas bien cate, si la oviere, que la tenga bien tenprada.


Muchos ha que por crüeza cuidan justicia fazer,

mas pecan en la manera, ca justicia deve ser

con toda su piedat e la verdat bien saber;

al fazer la execución siempre se debe doler.

viernes, 10 de julio de 2009

JUAN RUIZ, EL ARCIPRESTE DE HITA


En la primera mitad del siglo XIV, surge el poeta castellano Juan Ruiz, a quien se conoció como el Arcipreste de Hita, autor de una de las obras más importantes de la España medieval: “El libro de buen amor”.
Hay poca información biográfica sobre él. Se sabe que era clérigo y que fungió como Arcipreste en Hita, población ubicada en la provincia de Guadalajara. Se cree que nació en Alcalá de Henares hacia 1283 y que se educó en Toledo.
Además de las letras, el Arcipreste de Hita cultivaba la música, de la que era un gran conocedor.
Su única obra fue “El libro del buen amor” y sus biógrafos sostienen que lo escribió en la cárcel. Utilizó un lenguaje coloquial y popular, en un estilo muy vivo, ambiguo e irónico y profundo conocedor de la personalidad humana. Se cree que murió hacia 1350.
El Libro del buen amor, está escrito en verso y consta de 1,728 estrofas, pero redactadas en estilos y estructuras muy variados: desde serranillas, fábulas, apólogos, glosas, y alegorías entre otros.

A ejemplo tomamos un fragmento de “El libro de buen amor”, corresponde al poema de “como el arcipreste fue enamorado”:

De cómo el arcipreste fuer enamorado

Así fuer que un tiempo una dueña me priso,
De su amor non fuy en ese tiempo repiso,
Siempre avía d’ella buena fabla e buen riso,
Nunca ál fiso por mí, ni creo que faser quiso.
Era dueña en todo, e de dueñas señora,
Non podía estar solo con ella una hora,
Mucho de omen se guardan allí do ella mora;
Más mucho que non guardan los judíos la Tora.
Sabe toda noblesa de oro e de seda,
Complida de muchos bienes anda mansa e leda,
Es de buenas costumbres, sosegada, e queda,
Non se podría vender por pintada moneda.
Enviel’ esta cantiga que es deyuso puesta
Con la mi mensagera, que tenía empuesta;
dise verdad la fabla, que la dueña compuesta,
si non quier’el mandado,non da buena respuesta.
Dixo la dueña cuerda a la mi mensagera:
“Yo veo a otras muchas creer a ti, parlera,
Et fállanse ende mal: castigo en su manera,
Bien como la raposa en agena mollera”.