jueves, 9 de julio de 2009

EL INFANTE DON JUAN MANUEL


Nacido en Escalona el 5 de mayo de 1282, el Infante Don Juan Manuel, es uno de los más importantes representantes de la literatura medieval de ficción. Su principal libro fue “El Conde Lucanor”, que don un conjunto de cuentos moralizantes, redactados en varias formas literarias.
Don Juan Manuel de Borgoña y Saboya formaba parte de la familia real, ya que era hijo del Infante don Manuel de Castilla, nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio. Ostentaba los títulos de príncipe, señor y Duque de Villena.
Aunque se crío bajo la protección de sancho IV, el infante don Juan Manuel vivió durante los reinados de Fernando IV y Alfonso XI, con quienes mantuvo malas relaciones, hasta darse el caso de que este último, intrigara para matarlo.
El Infante don Juan Manuel fue autor de 13 libros, de los cuales sólo ocho se han conservado hasta nuestros días, y cinco se han perdido.
Las obras que se conservan de don Juan Manuel son: la Crónica abreviada, escrita antes de 1325; Libro de la Caga, Libro del cavallero et del escudero, redactado entre 1326 y 1328; Libro de los estados; Libro del conde Lucanor escrito en 1335; Tractado de la asunción de la Virgen María; Libro de las armas escrito en 1337, y por último el Libro de castigos et de consejos.
Aunque sus libros abundan sobre personajes y temas relacionados con la nobleza, don Juan Manuel, siguiendo el ejemplo de Alfonso X, escribió en lengua romance o vulgar, con el propósito de llegar a un mayor número de lectores.
Su estilo literario puede definirse por cinco características: selección, claridad, exactitud, sobriedad y precisión.
Ejemplo de la prosa del Infante don Juan Manuel, tomado de “El conde Lucanor”:

Lo que, al morirse, dijo un genovés a su alma

Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio y le contaba lo siguiente:
-Patronio, gracias a Dios yo tengo mis tierras bien cultivadas y pacificadas, así como todo lo que preciso según mi estado y, por suerte, quizás más, según dicen mis iguales y vecinos, algunos de los cuales me aconsejan que inicie una empresa de cierto riesgo. Pero aunque yo siento grandes deseos de hacerlo, por la confianza que tengo en vos no la he querido comenzar hasta hablaros, para que me aconsejéis lo que deba hacer en este asunto.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que hagáis lo más conveniente, me gustaría mucho contaros lo que le sucedió a un genovés.
El conde le pidió que así lo hiciera.
Patronio comenzó:
-Señor Conde Lucanor, había un genovés muy rico y muy afortunado, en opinión de sus vecinos. Este genovés enfermó gravemente y, notando que se moría, reunió a parientes y amigos y, cuando estos llegaron, mandó llamar a su mujer y a sus hijos; se sentó en una sala muy hermosa desde donde se veía el mar y la costa; hizo traer sus joyas y riquezas y, cuando las tuvo cerca, comenzó a hablar en broma con su alma:
»-Alma, bien veo que quieres abandonarme y no sé por qué, pues si buscas mujer e hijos, aquí tienes unos tan maravillosos que podrás sentirte satisfecha; si buscas parientes y amigos, también aquí tienes muchos y muy distinguidos; si buscas plata, oro, piedras preciosas, joyas, tapices, mercancías para traficar, aquí tienes tal cantidad que nunca ambicionarás más; si quieres naves y galeras que te produzcan riqueza y aumenten tu honra, ahí están, en el puerto que se ve desde esta sala; si buscas tierras y huertas fértiles, que también sean frescas y deleitosas, están bajo estas ventanas; si quieres caballos y mulas, y aves y perros para la caza y para tu diversión, y hasta juglares para que te acompañen y distraigan; si buscas casa suntuosa, bien equipada con camas y estrados y cuantas cosas son necesarias, de todo esto no te falta nada. Y pues no te das por satisfecha con tantos bienes ni quieres gozar de ellos, es evidente que no los deseas. Si prefieres ir en busca de lo desconocido, vete con la ira de Dios, que será muy necio quien se aflija por el mal que te venga.
»Y vos, señor Conde Lucanor, pues gracias a Dios estáis en paz, con bien y con honra, pienso que no será de buen juicio arriesgar todo lo que ahora poseéis para iniciar la empresa que os aconsejan, pues quizás esos consejeros os lo dicen porque saben que, una vez metido en ese asunto, por fuerza habréis de hacer lo que ellos quieran y seguir su voluntad, mientras que ahora que estáis en paz, siguen ellos la vuestra. Y quizás piensan que de este modo podrán medrar ellos, lo que no conseguirían mientras vos viváis en paz, y os sucedería lo que al genovés con su alma; por eso prefiero aconsejaros que, mientras podáis vivir con tranquilidad y sosiego, sin que os falte nada, no os metáis en una empresa donde tengáis que arriesgarlo todo.
Al conde le agradó mucho este consejo que le dio Patronio, obró según él y obtuvo muy buenos resultados.
El que esté bien sentado, no se levante.
Y cuando don Juan oyó este cuento,
lo consideró bueno, pero no quiso
hacer otra vez versos, sino que
lo terminó con este refrán muy extendido
entre las viejas de Castilla:

No hay comentarios:

Publicar un comentario