viernes, 10 de julio de 2009

JUAN RUIZ, EL ARCIPRESTE DE HITA


En la primera mitad del siglo XIV, surge el poeta castellano Juan Ruiz, a quien se conoció como el Arcipreste de Hita, autor de una de las obras más importantes de la España medieval: “El libro de buen amor”.
Hay poca información biográfica sobre él. Se sabe que era clérigo y que fungió como Arcipreste en Hita, población ubicada en la provincia de Guadalajara. Se cree que nació en Alcalá de Henares hacia 1283 y que se educó en Toledo.
Además de las letras, el Arcipreste de Hita cultivaba la música, de la que era un gran conocedor.
Su única obra fue “El libro del buen amor” y sus biógrafos sostienen que lo escribió en la cárcel. Utilizó un lenguaje coloquial y popular, en un estilo muy vivo, ambiguo e irónico y profundo conocedor de la personalidad humana. Se cree que murió hacia 1350.
El Libro del buen amor, está escrito en verso y consta de 1,728 estrofas, pero redactadas en estilos y estructuras muy variados: desde serranillas, fábulas, apólogos, glosas, y alegorías entre otros.

A ejemplo tomamos un fragmento de “El libro de buen amor”, corresponde al poema de “como el arcipreste fue enamorado”:

De cómo el arcipreste fuer enamorado

Así fuer que un tiempo una dueña me priso,
De su amor non fuy en ese tiempo repiso,
Siempre avía d’ella buena fabla e buen riso,
Nunca ál fiso por mí, ni creo que faser quiso.
Era dueña en todo, e de dueñas señora,
Non podía estar solo con ella una hora,
Mucho de omen se guardan allí do ella mora;
Más mucho que non guardan los judíos la Tora.
Sabe toda noblesa de oro e de seda,
Complida de muchos bienes anda mansa e leda,
Es de buenas costumbres, sosegada, e queda,
Non se podría vender por pintada moneda.
Enviel’ esta cantiga que es deyuso puesta
Con la mi mensagera, que tenía empuesta;
dise verdad la fabla, que la dueña compuesta,
si non quier’el mandado,non da buena respuesta.
Dixo la dueña cuerda a la mi mensagera:
“Yo veo a otras muchas creer a ti, parlera,
Et fállanse ende mal: castigo en su manera,
Bien como la raposa en agena mollera”.

jueves, 9 de julio de 2009

EL INFANTE DON JUAN MANUEL


Nacido en Escalona el 5 de mayo de 1282, el Infante Don Juan Manuel, es uno de los más importantes representantes de la literatura medieval de ficción. Su principal libro fue “El Conde Lucanor”, que don un conjunto de cuentos moralizantes, redactados en varias formas literarias.
Don Juan Manuel de Borgoña y Saboya formaba parte de la familia real, ya que era hijo del Infante don Manuel de Castilla, nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio. Ostentaba los títulos de príncipe, señor y Duque de Villena.
Aunque se crío bajo la protección de sancho IV, el infante don Juan Manuel vivió durante los reinados de Fernando IV y Alfonso XI, con quienes mantuvo malas relaciones, hasta darse el caso de que este último, intrigara para matarlo.
El Infante don Juan Manuel fue autor de 13 libros, de los cuales sólo ocho se han conservado hasta nuestros días, y cinco se han perdido.
Las obras que se conservan de don Juan Manuel son: la Crónica abreviada, escrita antes de 1325; Libro de la Caga, Libro del cavallero et del escudero, redactado entre 1326 y 1328; Libro de los estados; Libro del conde Lucanor escrito en 1335; Tractado de la asunción de la Virgen María; Libro de las armas escrito en 1337, y por último el Libro de castigos et de consejos.
Aunque sus libros abundan sobre personajes y temas relacionados con la nobleza, don Juan Manuel, siguiendo el ejemplo de Alfonso X, escribió en lengua romance o vulgar, con el propósito de llegar a un mayor número de lectores.
Su estilo literario puede definirse por cinco características: selección, claridad, exactitud, sobriedad y precisión.
Ejemplo de la prosa del Infante don Juan Manuel, tomado de “El conde Lucanor”:

Lo que, al morirse, dijo un genovés a su alma

Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio y le contaba lo siguiente:
-Patronio, gracias a Dios yo tengo mis tierras bien cultivadas y pacificadas, así como todo lo que preciso según mi estado y, por suerte, quizás más, según dicen mis iguales y vecinos, algunos de los cuales me aconsejan que inicie una empresa de cierto riesgo. Pero aunque yo siento grandes deseos de hacerlo, por la confianza que tengo en vos no la he querido comenzar hasta hablaros, para que me aconsejéis lo que deba hacer en este asunto.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que hagáis lo más conveniente, me gustaría mucho contaros lo que le sucedió a un genovés.
El conde le pidió que así lo hiciera.
Patronio comenzó:
-Señor Conde Lucanor, había un genovés muy rico y muy afortunado, en opinión de sus vecinos. Este genovés enfermó gravemente y, notando que se moría, reunió a parientes y amigos y, cuando estos llegaron, mandó llamar a su mujer y a sus hijos; se sentó en una sala muy hermosa desde donde se veía el mar y la costa; hizo traer sus joyas y riquezas y, cuando las tuvo cerca, comenzó a hablar en broma con su alma:
»-Alma, bien veo que quieres abandonarme y no sé por qué, pues si buscas mujer e hijos, aquí tienes unos tan maravillosos que podrás sentirte satisfecha; si buscas parientes y amigos, también aquí tienes muchos y muy distinguidos; si buscas plata, oro, piedras preciosas, joyas, tapices, mercancías para traficar, aquí tienes tal cantidad que nunca ambicionarás más; si quieres naves y galeras que te produzcan riqueza y aumenten tu honra, ahí están, en el puerto que se ve desde esta sala; si buscas tierras y huertas fértiles, que también sean frescas y deleitosas, están bajo estas ventanas; si quieres caballos y mulas, y aves y perros para la caza y para tu diversión, y hasta juglares para que te acompañen y distraigan; si buscas casa suntuosa, bien equipada con camas y estrados y cuantas cosas son necesarias, de todo esto no te falta nada. Y pues no te das por satisfecha con tantos bienes ni quieres gozar de ellos, es evidente que no los deseas. Si prefieres ir en busca de lo desconocido, vete con la ira de Dios, que será muy necio quien se aflija por el mal que te venga.
»Y vos, señor Conde Lucanor, pues gracias a Dios estáis en paz, con bien y con honra, pienso que no será de buen juicio arriesgar todo lo que ahora poseéis para iniciar la empresa que os aconsejan, pues quizás esos consejeros os lo dicen porque saben que, una vez metido en ese asunto, por fuerza habréis de hacer lo que ellos quieran y seguir su voluntad, mientras que ahora que estáis en paz, siguen ellos la vuestra. Y quizás piensan que de este modo podrán medrar ellos, lo que no conseguirían mientras vos viváis en paz, y os sucedería lo que al genovés con su alma; por eso prefiero aconsejaros que, mientras podáis vivir con tranquilidad y sosiego, sin que os falte nada, no os metáis en una empresa donde tengáis que arriesgarlo todo.
Al conde le agradó mucho este consejo que le dio Patronio, obró según él y obtuvo muy buenos resultados.
El que esté bien sentado, no se levante.
Y cuando don Juan oyó este cuento,
lo consideró bueno, pero no quiso
hacer otra vez versos, sino que
lo terminó con este refrán muy extendido
entre las viejas de Castilla:

REINADO DE SANCHO IV


A la muerte del Rey Alfonso X el Sabio, ocurrida en Sevilla el 4 de abril de 1284, arribó al trono de Castilla y Aragón su hijo, el Rey Sancho IV, quien supo rodearse de bufones, juglares y cómicos para el entretenimiento de la familia real.
Su reinado estuvo lleno de turbulencia, rebeliones, intrigas y conflictos, ya que muchos de los nobles y algunos reinos desconocieron su legitimidad, ya que para allanarse la Corona, Sancho IV se había levantado contra su padre, prácticamente despojándolo del poder.
El reinado de Sancho IV fue breve, ya que fue coronado en 1284 a la edad de 26 años, y falleció en Toledo el 25 de abril de 1295.
Durante el reinado de Sancho IV, se produjo un importante avance cultural, siendo el infante Don Juan Manuel que sería el más alto exponente de las letras castellanas de esa época, fue protegido del soberano durante su niñez. Sáncho IV impulsó la publicación de algunas obras entre las que destacan “Cantigos y documentos del Rey don Sancho”, y dos enciclopedias: “El libro del tesoro” y el “Lucidario”.

miércoles, 8 de julio de 2009

ALFONSO X EL SABIO



El rey Alfonso X, más recordado como “El Sabio” (1221-1284), ocupó los tronos de Castilla y de León desde la edad de 31 años hasta su muerte. Hijo de Fernando III y Beatriz de Suabia, durante la primera década de su reinado, dedicó sus esfuerzos a tratar de expulsar a los musulmanes del suelo español, logrando recuperar Jerez en 1253 y Cádiz en 1262; y dos años más tarde enfrentó la rebelión de los mudéjares en la zona del río Guadalquivir, ahora territorio andaluz.
Fue candidato al trono del Sacro Imperio Romano Germánico entre 1256 y 1272 cuando fue electo Rodolfo de Hamburgo y el monarca español tuvo que renunciar a sus aspiraciones ante el Papa Gregorio X, lo cual ocurrió la primavera de 1275.
Durante los últimos años de su reinado, se produjeron rupturas y confrontaciones entre los nobles españoles, ya que a su hijo, el infante Sancho le fue disputada la posible sucesión de la Corona. El infante Fernando, primogénito de Alfonso X falleció en 1275 y sus hijos Alfonso y Fernando, iniciaron una serie de intrigas y oposiciones, reclamando derechos de sucesión, sin que al final lo consiguieran.
Alfonso X estableció un nuevo sistema de mercadeo en el reino y estableció un sistema fiscal que permitió sanear las finanzas de España. Durante su reinado, en Castilla y León se inició una labor legislativa creando normas y doctrinas jurídicas basadas fundamentalmente en el Derecho Romano, siendo las más importantes el Fuero Real de Castilla, el Espéculo y las Siete Partidas.
Alfonso X se esforzó en promover la cultura en el reino, en base a preceptos de síntesis entre la cultura occidental y oriental, adecuando una visión filosófica que buscaba reconciliar la corriente cristiana con la judía y la musulmana.
Promovió al educación, fundando la Escuela de Traductores de Toledo, donde se impulsó a las ciencias, sobre todo la Historia, la astronomía y la Literatura. Se considera el fundador de la Prosa castellana y del estilo filosófico. Entre sus obras pedagógicas destacan: la “Estoria de España”, “Tablas Astronómicas Alfonsíes “ y “Grande y General Estoria” en las que no solo él, sino sus colaboradores redactaron en lenguaje Romance para hacerlas más accesibles al pueblo.
Alfonso X también promovió y cultivó la poesía, siendo lo más importante en este género sus Cantigas de Santa María, a las cuales acompañó de notación musical, El Libro de los Juegos que versa sobre juegos de salón practicados por la nobleza como ajedrez, damas y dados; y el Lapidario, que trata sobre las propiedades de los minerales. Hay que aclarar que no todas las obras fueron de su absoluta autoría, pero en todas estuvo presente su influencia e intervención.
Un ejemplo del trabajo literario de Alfonso X “El Sabio” lo tenemos en el poema “Santa María amar” que es el séptimo que aparece en las Cantigas de Santa María:
Santa Maria amar
Esta é como Santa Maria livrou a abadessa prenne,
que adormecera ant' o seu altar chorando.
devemos muit' e rogar
que a ssa graça ponna
sobre nos, por que errar
non nos faça, nen peccar,
o demo sen vergonna.
Porende vos contarey
un miragre que achei
que por ha badessa
fez a Madre do gran Rei,
ca, per com' eu apres' ei,
era-xe sua essa.
Mas o demo enartar
a foi, por que emprennnar
s' ouve dun de Bolonna,
ome que de recadar
avia e de guardar
seu feit' e sa besonna.
Santa Maria amar...
As monjas, pois entender
foron esto e saber,
ouveron gran lediça;
ca, porque lles non sofrer
quería de mal fazer,
avian-lle mayça.
E fórona acusar
ao Bispo do logar,
e el ben de Colonna
chegou y; e pois chamar
a fez, vo sen vagar,
leda e mui risonna.
Santa Maria amar...
O Bispo lle diss' assi:
«Dona, per quant' aprendi,
mui mal vossa fazenda
fezestes; e vin aquí
por esto, que ante mi
façades end' emenda.»
Mas a dona sen tardar
a Madre de Deus rogar
foi; e, come quen sonna,
Santa Maria tirar
lle fez o fill' e criar
lo mandou en Sanssonna.
Santa Maria amar...
Pois s' a dona espertou
e se guarida achou,
log' ant' o Bispo vo;
e el muito a catou
e desnua-la mandou;
e pois lle vyu o so,
começou Deus a loar
e as donas a brasmar,
que eran d'ordin d'Onna,
dizendo: «Se Deus m'anpar,
por salva poss' esta dar,
que non sei que ll'aponna.»
Santa Maria amar...

EL MESTER DE JUGLARIA


Es hacia el año 1116 cuando empiezan a aparecer los juglares o trovadores. Para entonces había dos tipos: los juglares épicos que recorrían las poblaciones recitando poesía narrativa, por medio de la cual transmitían noticias relacionadas a acontecimientos o personajes; y los juglares líricos que se dedicaban a entretener recitando poesías sentimentales y darlas a conocer por pueblos y caminos. Al principio, eran más los épicos entre el siglo X y el siglo XIII, pero más adelante dominará el número de quienes cultivaron el género lírico.
En su mayoría, los juglares eran personas humildes, cómicos ambulantes que llevaban un espectáculo a las poblaciones, y cuyo principal objetivo era divertir para obtener a cambio unas monedas, por lo que solían agregar a su espectáculo ejercicios circenses, contaban chistes, tocaba instrumentos sencillos, hacían malabares o contaban chistes.
La mayoría de los juglares no componían sus propios versos, sino que aprendían de memoria versos que otras personas escribían y los iban repitiendo por las plazas y castillos.
Los versos de los juglares eran anisosilabicos, es decir que tenían una métrica irregular que oscilaba entre las 10 y las 16 sílabas, aunque predominaban los alejandrinos. Su rima solía ser asonante, lo que les facilitaba la improvisación en caso de que el juglar olvidara alguna estrofa.
Algunos de los versos juglarescos fueron rescatados y con ellos se escribió el llamado Romancero Viejo, del cual tomamos un ejemplo:
Romance del Conde Lombardo
En aquellas peñas pardas,
En las sierras de Moncayo
Fue do el rey mando prender
Al conde Grifos Lombardo,
Porque forzó una doncella
Camino de Santiago,
La cual era hija de un duque,
Sobrina del Padre Santo
quejábase ella del fuerzo,
quejábase el conde del grado;
allá van a tener pleito
delante de Carlo Magno
y mientras bel pleito dura
al conde han encarcelado
con grillones a los pies,
sus esposas en las manos,
una gran cadena al cuello,
con eslabones doblados,
la cadena era muy larga,
rodea todo el palacio,
allá se abre y se cierra
en la sala del rey Carlos.
Siete condes la guardaban,
Todos se han juramentado
Que si el conde se revuelve,
Todos serán a matarlo.
Ellos estando en aquesto,
Cartas habían llegado
Para que casen la infanta
Con el conde encarcelado.

martes, 7 de julio de 2009

EL MESTER DE CLERECIA



Con este nombre se designa a un grupo de clérigos que surgen en Castilla y Leon, y cuyo objetivo era educar al pueblo y enseñarle el espíritu de su religión. Simultáneamente habían florecido numerosos trovadores que iban de pueblo en pueblo narrando historias y hechos a través de versos o cantares, sin más objetivo que el de informar, divertir y ganarse unas monedas. A estos últimos se les recuerda como Mester de Juglaría o juglares y son parte fundamental en los orígenes de la literatura castellana; aunque la gran mayoría de sus cantares se perdieron pues solo se transmitían oralmente.
A diferencia del juglar, el Mester de Clerecía tenía pretensiones cultas, aunque sus versos tenían mucho en común con los de los juglares o trovadores; y utilizando la lengua romance o inculta, pretendieron llevar temas teológicos o culturistas al pueblo.
Una característica del Mester de Clerecía es la medición de las sílabas y el uso de la estrofa conocida como Cuaderna Vía (estrofas de cuatro versos alejandrinos con una misma rima), la recurrencia a temas religiosos y moralizantes, así como las citas frecuentes de textos eruditos.
Ejemplo del Mester de Clerecía tomado del Libro de Alejandro Magno:


Señores, se quisierdes mio serviçio prender,

querríavos de grado servir de mio mester;

deve de lo que sabe omne largo seer,

se non podríe en culpa o en yerro caer.


Mester traygo fermoso non es de joglaría,

mester es sen pecado, ca es de clereçía,

fablar curso rimado por la cuaderna via,

a sýlabas contadas, que es gran maestría. [...]

GONZALO DE BERCEO


El clérigo benedictino Gonzalo de Berceo, principal representante del Mester de Clerecía, es el primer autor conocido de la Literatura Castellana. Existió hacia el siglo XIII, fue autor de poemas sencillos, con giros populares. Fueron sus obras: “Vidas de santos”, “Loores de Nuestra Señora” y “Milagros de la Virgen”.
Nació en Berceo, provincia de La Rioja, hacia 1195, estudió en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, ordenándose como diácono en 1221, y como clérigo secular en 1228.
Sus poemas se componen de estrofas de cuatro versos alejandrinos (de 14 sílabas) con la misma rima y aunque se trata de un Mester de Clerecía, su estilo tiene mucho en común con el de los juglares, lo que se atribuye a su deseo de ser accesible al pueblo inculto.
Se desconoce el año exacto de su muerte, y sólo hay referencias de que en el año 1267 todavía vivía.
Para ejemplo del estilo de Gonzalo de Berceo, tomamos el poema
“El Labrador avaro”:

Era en una tierra un omne labrador

que usava la reja más que otra lavor;

más amava la tierra que non al Crïador,

era de muchas guisas omne revolvedor.

Fazié una nemiga, suziela por verdat,

cambiava los mojones por ganar eredat,

façié a todas guisas tuerto e falsedat,

avié mal testimonio entre su vecindat.

Querié, peroque malo, bien a Sancta María,

udié los sus miráculos, dávalis acogía;

saludávala siempre, diciéli cada día:

"Ave gratïa plena que parist a Messía."

Finó el rastrapaja de tierra bien cargado,

en soga de dïablos fue luego cativado,

rastrávanlo por tienllas, de cozes bien sovado,

pechávanli a duplo el pan que dio mudado.

Doliéronse los ángeles d'esta alma mesquina,

por quanto la levavan dïablos en rapina;

quisieron acorrelli, ganarla por vecina,

mas pora fer tal pasta menguavalis farina.

Si lis dizién los ángeles de bien una razón,

ciento dicién los otros, malas que buenas non;

los malos a los bonos teniénlos en rencón,

la alma por peccados non issié de presón.

Levantóse un ángel, disso: "Yo so testigo,

verdat es, non mentira esto que yo vos digo:

el cuerpo, el que trasco esta alma consigo,

fue de Sancta María vassallo e amigo.

Siempre la ementava a yantar e a cena,

diciéli tres palabras: 'Ave gratïa plena'

la boca por qui essié tan sancta cantilena

non merecié yazer en tan mala cadena.

"Luego que esti nomne de la Sancta Reína

udieron los dïablos cogieron's de ý aína;

derramáronse todos como una neblina,

desampararon todos a la alma mesquina.

Vidiéronla los ángeles seer desemparada,

de piedes e de manos con sogas bien atada;

sedié como oveja que yaze ensarzada,

fueron e adussiéronla pora la su majada.

Nomne tan adonado e de vertut atanta,

que a los enemigos seguda e espanta,

non nos deve doler nin lengua nin garganta

que non digamos todos: "Salve Regina Sancta."

EL CANTAR DE MIO CID


“El cantar de mio Cid” se considera como un cantar de gesta, de autor anónimo, que narra en lengua romance las hazañas del caballero Rodrigo Díaz de Vivar. Se trata de la primera obra de narrativa extensa de la literatura castellana.
El poema consta de 3,735 versos anisosilábicos, es decir, de una extensión métrica variable, aunque son predominantes los de 14 y los de 16 sílabas. Sin que sean separados por estrofas, los versos de El Cantar de Mio Cid se agrupan en dos series de versos con una misma rima asonante.
Escrito en lengua Romance, esta primera obra se cree que fue redactada hacia el año 1200 sin precisar exactitud.
A esta obra, que es la más antigua conocida de la Literatura Castellana siguieron una serie de narraciones épicas entre las que destacan: Las Mocedades de Rodrigo que data de 1360 y cuenta con 1700 versos y el “Cantar de Roncesvalles” escrito hacia 1270 y del cual solo se conserva un fragmento.
El Cantar de Mio Cid se compone de tres series: la primera es el cantar del destierro, que narra las aventuras de Rodrigo Díaz de Vivar después de ser desterrado por el rey y transcurre desde el primer verso hasta el verso 1085, la segunda serie que va del verso 1086 hasta el 2277 es el cantar de las bodas y la tercera llamada cantar de la afrenta de Corpes comprende del verso 2278 al 3735.
Del Cantar de Mio Cid se ha perdido la primera hoja del manuscrito, por lo que el texto conocido inicia diciendo:


De los sos ojos

tan fuerte mientre lorando tornava la cabeça

y estava los catando. Vio puertas abiertas

e uços sin cañados,alcandaras vazias

sin pielles e sin mantos

e sin falcones e sin adtores mudados.Sospiro mio Çid

ca mucho avie grandes cuidados.Ffablo mio Çid

bien e tan mesurado:«¡Grado a ti, señor, padre que estas en alto!¡Esto me an buelto mios enemigos malos!»
Alli pienssan de aguijar,

alli sueltan las riendas. A la exida de Bivar

ovieron la corneja diestra y entrando a Burgos

ovieron la siniestra. Meçio mio Çid los ombros

y engrameo la tiesta: «¡Albriçia, Albar Ffañez,

ca echados somos de tierra!»


Mio Çid Ruy Diaz

por Burgos entrava,
en su compaña

.lx. pendones levava.
Exien lo ver

mugieres e varones,
burgeses e burgesas

por las finiestras son,plorando de los ojos

tanto avien el dolor.

De las sus bocas

todos dizian una razon:
«¡Dios, que buen vassalo!

¡Si oviesse buen señor!»

El ayer de nuestras letras


DEBO ACLARAR QUE ESTE BLOGSPOT IRA CRECIENDO DIARIAMENTE, INICIANDO DESDE LOS PRIMEROS TIEMPOS HASTA NUESTROS DÍAS.


En la antigüedad remota, la península ibérica estuvo habitada por la tribu de los Iberos, quienes poblaron todos sus confines y dieron nombres, en su dialecto a las montañas, los ríos y poblados.
Su habla dialectal fue evolucionando con las migraciones de otros grupos, el primero de los cuales son los celtas que migraron de Asia, seguidos por los fenicios; y tras ellos, la invasión del Imperio Romano vino a modificar raza, cultura y por supuesto lengua. El mestizaje de las razas fue el crisol en el que se fundió una nación a la que los romanos llamaban Hispania.
Durante varios siglos, el latín vulgar fue la lengua dominante en Hispania, pero fue sufriendo mutaciones por la influencia de los dialectos nativos en las diversas regiones de La Península.
Sin embargo, en las ciudades que se fueron formando y creciendo en Hispania, también se hablaba el latín culto; e incluso algunos escritores que enriquecieron la cultura en Roma, habían nacido y fueron criados en Hispania.
Porcio Latrón, un originario de Córdoba, Hispania, además de ejercer el Derecho en Roma, fue el fundador de una escuela de retórica en la que se formaron celebridades como Agripa, Ovidio, Mecenas y Octavio César.
Hay que recordar que tanto Lucano, como ambos Senecas nacieron en Hispania; y no hay que olvidar a Columela y a Marcial que también fueron españoles.
Durante el largo periodo que se prolongó la dominación romana, el latín y los dialectos ibéricos se fueron fundiendo, dando origen a una habla nacional de la que más tarde surgiría el castellano, exceptuando sólo la región de los Pirineos, donde la resistencia de los vascos, no permitió el completo dominio romano y su influencia idiomática.
Durante los primeros trescientos años del primer milenio, la persecución de los cristianos trajo a Hispania una importante migración judía, que representó una nueva influencia idiomática, y sobre todo cultural y religiosa. Si bien en Hispania, los cristianos también eran perseguidos y tenían que vivir en la clandestinidad, la persecución era más moderada y no se prolongó por mucho tiempo. Hay que recordar que para el año 300 ya el cristianismo era la religión oficial en La Península.
Durante los siglos IV, V, VI y VII los monasterios permanecieron en la más completa ignorancia, ya que para ser clérigo no se requería de ninguna instrucción. Es hasta el año 600 cuando el Papa Gregorio Magno ordenó la profesionalización de los sacerdotes.
Entre los siglos 400 y 600 faltaban todavía dos importantes corrientes de influencia en Hispania. La primera con la invasión de los godos y visigodos y la segunda con la invasión de los árabes desde el Norte de África, que dominaron todo el Sur y el centro de la Península Ibérica.
La influencia arábiga fue tan fuerte que hacia el siglo 1252, cuando Alonso el Sabio ordenó la creación de escuelas públicas en el Sur de España, además de las clases de latín fue necesario establecer la enseñanza del árabe, que, a pedsar de la expulsión de los moros, seguía siendo un idioma dominante en esa región.
Aunque no hay datos precisos, sobre el surgimiento de una lengua castellana escrita, el documento más antiguo que se conoce es la confirmación de los fueros de Avilés en Asturias, hecho por Alfonso VII en 1155; por lo que podemos considerar que el castellano, aparece como lengua escrita en el siglo XII.
A esa lengua castellana de los primeros siglos se le conoció como Lengua Romance.
Es hacia el siglo XII cuando aparecen el poema narrativo del Cid, de autor anónimo, que aparece hacia el año 1200 y el surgimiento del primer autor conocido en lengua castellana, Gonzalo de Berceo, que florece entre 1220 y 1240.