miércoles, 8 de julio de 2009

EL MESTER DE JUGLARIA


Es hacia el año 1116 cuando empiezan a aparecer los juglares o trovadores. Para entonces había dos tipos: los juglares épicos que recorrían las poblaciones recitando poesía narrativa, por medio de la cual transmitían noticias relacionadas a acontecimientos o personajes; y los juglares líricos que se dedicaban a entretener recitando poesías sentimentales y darlas a conocer por pueblos y caminos. Al principio, eran más los épicos entre el siglo X y el siglo XIII, pero más adelante dominará el número de quienes cultivaron el género lírico.
En su mayoría, los juglares eran personas humildes, cómicos ambulantes que llevaban un espectáculo a las poblaciones, y cuyo principal objetivo era divertir para obtener a cambio unas monedas, por lo que solían agregar a su espectáculo ejercicios circenses, contaban chistes, tocaba instrumentos sencillos, hacían malabares o contaban chistes.
La mayoría de los juglares no componían sus propios versos, sino que aprendían de memoria versos que otras personas escribían y los iban repitiendo por las plazas y castillos.
Los versos de los juglares eran anisosilabicos, es decir que tenían una métrica irregular que oscilaba entre las 10 y las 16 sílabas, aunque predominaban los alejandrinos. Su rima solía ser asonante, lo que les facilitaba la improvisación en caso de que el juglar olvidara alguna estrofa.
Algunos de los versos juglarescos fueron rescatados y con ellos se escribió el llamado Romancero Viejo, del cual tomamos un ejemplo:
Romance del Conde Lombardo
En aquellas peñas pardas,
En las sierras de Moncayo
Fue do el rey mando prender
Al conde Grifos Lombardo,
Porque forzó una doncella
Camino de Santiago,
La cual era hija de un duque,
Sobrina del Padre Santo
quejábase ella del fuerzo,
quejábase el conde del grado;
allá van a tener pleito
delante de Carlo Magno
y mientras bel pleito dura
al conde han encarcelado
con grillones a los pies,
sus esposas en las manos,
una gran cadena al cuello,
con eslabones doblados,
la cadena era muy larga,
rodea todo el palacio,
allá se abre y se cierra
en la sala del rey Carlos.
Siete condes la guardaban,
Todos se han juramentado
Que si el conde se revuelve,
Todos serán a matarlo.
Ellos estando en aquesto,
Cartas habían llegado
Para que casen la infanta
Con el conde encarcelado.

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