Con este nombre se designa a un grupo de clérigos que surgen en Castilla y Leon, y cuyo objetivo era educar al pueblo y enseñarle el espíritu de su religión. Simultáneamente habían florecido numerosos trovadores que iban de pueblo en pueblo narrando historias y hechos a través de versos o cantares, sin más objetivo que el de informar, divertir y ganarse unas monedas. A estos últimos se les recuerda como Mester de Juglaría o juglares y son parte fundamental en los orígenes de la literatura castellana; aunque la gran mayoría de sus cantares se perdieron pues solo se transmitían oralmente.
A diferencia del juglar, el Mester de Clerecía tenía pretensiones cultas, aunque sus versos tenían mucho en común con los de los juglares o trovadores; y utilizando la lengua romance o inculta, pretendieron llevar temas teológicos o culturistas al pueblo.
Una característica del Mester de Clerecía es la medición de las sílabas y el uso de la estrofa conocida como Cuaderna Vía (estrofas de cuatro versos alejandrinos con una misma rima), la recurrencia a temas religiosos y moralizantes, así como las citas frecuentes de textos eruditos.
Ejemplo del Mester de Clerecía tomado del Libro de Alejandro Magno:
Señores, se quisierdes mio serviçio prender,
querríavos de grado servir de mio mester;
deve de lo que sabe omne largo seer,
se non podríe en culpa o en yerro caer.
Mester traygo fermoso non es de joglaría,
mester es sen pecado, ca es de clereçía,
fablar curso rimado por la cuaderna via,
a sýlabas contadas, que es gran maestría. [...]
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